Los adolescentes de hoy desconocen lo analógico, han crecido en una sociedad digital repleta de información falsa que a través de Internet se propaga como la pólvora, así como sus efectos adversos en una etapa tan crítica para su aprendizaje y desarrollo.

La pandemia ha hecho que el entorno digital sea una de las pocas ventanas al mundo para millones de niñas y jóvenes, enfrentándose a contenidos falsos, confusos y peligrosos. Además, tendríamos que añadir que una gran parte de la sociedad adulta de hoy no sabe que cuando hablamos por teléfono nuestras conversaciones son analizadas por máquinas que van a obtener todo tipo de información.

En ningún momento queremos endemoniar o criticar las herramientas digitales que han cambiado nuestro modo de vida, sino más bien lanzar un mensaje de alerta a padres y madres, así como jóvenes que puedan leernos de la elevada prevalencia e incidencia  de las redes sociales sobre adolescentes y jóvenes en su bienestar físico y emocional.

 

Varios estudios han hallado relación entre una exposición excesiva a redes sociales y síntomas de depresión y ansiedad

Los adolescentes cada vez más temprano disponen de acceso a dispositivos con acceso a internet de alta velocidad y a su vez pasan más tiempo en la red.

 

Desde el regreso a la nueva normalidad tras año y medio de incertidumbre sanitaria, socioeconómica  y aislamiento social en el departamento de psicología juvenil y adolescentes nos comentan en las sesiones clínicas como los adolescentes y cada vez en edades más tempranas les trasladan sus miedos e inseguridades sobre sus experiencias en redes sociales como Instagram, donde diariamente son bombardeadas/os con mentiras y estereotipos sobre sus cuerpos, su identidad y sobre cómo deben comportarse y relacionarse.

 

¿Dónde están los límites en la Sociedad Digital?

 

En el informe elaborado por The Truth Gap este mismo año inciden en que el 46% de los adolescentes encuestados aseguran haber sufrido tristeza, depresión, estrés o ansiedad como consecuencia de la información falsa que circula en Internet. En España, el porcentaje de niñas adolescentes que han sufrido efectos negativos en su bienestar emocional llega al 40%, donde reconocen que se veían poco atractivas frente al “escaparate” de cuerpos perfectos disparando los casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

 

En Institut Alba conocemos muy bien las vulnerabilidades emocionales con las que nuestros adolescentes y jóvenes deben convivir a diario en redes, ya que disponen de información en tiempo real haciendo un solo clic a miles de vídeos sobre alimentación y ejercicio para verse igual que modelos y/o influencers  en redes sociales.

 

En terapia nos han llegado a trasladar, que a pesar de ser conscientes que sufren una adicción y dependencia es un precio que están dispuestos a pagar para relacionarse.

 

“El 77% de las adolescentes o de amistades que conocen han recibido insultos o han sido menospreciadas a través de  redes sociales”

En las sesiones familiares que realizamos en las intervenciones de terapia con adolescentes y jóvenes detectamos que en muchos casos los padres no son conscientes de las vulnerabilidades emocionales del yo digital de sus hijos al carecer de competencias informáticas o digitales para ayudarles o alertarles de los riesgos y efectos a los que se ven sometidos sus hijos.

 

Las redes sociales se han convertido en el eje central de sus vidas, disminuyendo su rendimiento académico, así como su autoestima y autoconcepto, relaciones familiares e incluso contacto directo con sus iguales.  En cualquier caso, somos conscientes que la crisis de la Covid-19 no ha beneficiado en una ya de por sí maltrecha salud mental infanto-juvenil.

 

La vida e incluso la valía personal de nuestros adolescentes se mide en likes.

 

Las redes sociales nos asoman a una realidad exhibida a base de filtros, postureo de cuerpos perfectos adornados de marcas exclusivas y entornos de ensueño, siempre en un marco donde la inmediatez es un sello distintivo de identidad.

 

En Institut Alba aconsejamos ante el crecimiento de los problemas psicológicos en la infancia y adolescencia, tomar consciencia y estar atentos ante cualquier cambio de comportamiento o estado de ánimo. La prevención es la clave para detectar los posibles casos de manera que podamos garantizar, en mayor medida, el éxito terapéutico al disminuir los plazos entre el diagnóstico y el inicio del tratamiento.

Meritxell Alcaraz Forte 

Psicóloga colegiada núm. 13.018 

Institut Alba: Centro de Psicologia, Psicopedagogia i Logopèdia

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